CARNAVAL

Intentando hacer una breve reseña sobre esta fiesta en nuestro pueblo, y por lo que nos han transmitido algunas de los loreños de más edad, recuerdan que era una fiesta de tres días de duración. El hecho de que fuera tres días se debía a  que se hacía un descanso en las labores agrícolas, pues desde Navidad no se había dejado de ir a trabajar  y no se volvería  a hacer  hasta el Jueves  Santo, y a partir de mediodía. Como muchos sabréis las jornadas de trabajo eran de lunes a domingo, por lo que podemos pensar que eran días muy esperados y celebrados con gran ilusión. Incluso,  las personas que trabajan en los cortijos y vivían allí, venían al pueblo estos días  y  utilizaban la expresión “estamos de vará”, refiriéndose al descanso de esos tres días.

Nos narran que el primer día de Carnaval (el cual siempre ha estado condicionado por la Semana Santa, ya que se celebra  tres días antes del Miércoles de Ceniza y, por lo tanto, a la Cuaresma) se iban los amigos o las familias a las distintas sierras a “por palmitos”, siendo  la de la Fuente Santiago la más concurrida.  Utilizaban borricos para ir, subiendo a los niños en la ida, para traerlos  cargados de palmitos a la vuelta.  Toda la fiesta de este primer día estaba vinculada a esta planta, pues  se aprovechaba para ir a sacarlos, para después comérselos. Según los testimonios orales, muchos loreños  traían  estos palmitos e iban casa por casa vendiéndolos, o bien se ponían en la “esquina de Juan Pérez” y allí realizaban la venta.El sacar los palmitos era una labor que la hacían generalmente los hombres con un azadón, pues  es una planta muy dura y trabajosa de extraer de la tierra. Ya aprovechaban  y echaban un día de campo de una manera más lúdica a lo que era habitual hace ya algunos años. No debemos de olvidar, que nos siempre la jornada de trabajo en el campo ha terminado a las dos, sino que al contrario, duraba hasta bien entrada la tarde, teniendo que comer  en la misma finca donde en ese momento estuvieran trabajando. Cuentan que lo normal era hacer un salmorejo y llevar garrafas de vino blanco para los hombres y vino dulce para las mujeres.
Los dos días restantes lo celebraban con algúnas actividades en las calles. En el parque,  debajo de los eucaliptos, jugaban y cantaban; se solía jugar “al cachucho” que consistía en hacer un corro y  pasarse  de unos a otros un cántaro, un porrón o una sidra. Tenían la costumbre  que los cántaros que se rompían durante el año los guardaban para dichos juegos. A la persona  que se le cayera al suelo se tenía que poner dentro del círculo de la rueda y no podía jugar más, otros hablan que el perdedor tenía que “dar una prenda”.
Otro de los juegos que recuerdan, consistía en ponerse por parejas e iban haciendo un puente, por el que las demás tenían que ir pasando.
Todos esto juegos iban acompañados de versiones de canciones populares, de algunas de estas recuerdan todavía estrofas y nos las recitan. Una muestras de ellas son:

“La Tarara sí, la Tarara no,
la Tarara madre que la canto yo.
Dice la Tarara que no tiene novio
y debajo la cama tiene un San Antonio,
la Tarara sí, la Tarara no,
la Tarara madre que la canto yo”…

Igualmente cantaban:
“A la flor del romero,
romero verde,
si el romero se seca,
ya no florece,
ya no florece,
ya floreció
y la flor del romero
ya se secó….”

Otra de las estrofas:
“Ya llegó carnavalillo,
la fiesta de las mujeres,
a la que no le salga novio
que espere al año que viene”…

O esta:
“Carnaval, carnaval,
tú te vienes y tú te vas,
y para el año que viene
sabe Dios quien te verá,
sabe Dios quien te verá,
sabe Dios, quien te verá.
Las niñas juegan al corro
y yo me río, me río
de las que no tienen novio”.

También había  la costumbre en estos días reunirse en casas los amigos y pasar las tardes, hasta bien entrada la noche, alrededor de las chimeneas, bebiendo y comiendo asopaipas, “fritaflores”…
Al último día se le conocía como Carnavalillo.

Recabando información nos interesamos por si en aquellos años (1930-60) se disfrazaban. Ante los testimonios de personas de distinta edad, podemos presuponer que hubo años, quizás hasta principio de los 40, que sí había algún tipo de disfraz, aunque le denominaban “vestirse de máscaras”,  pues se ponían unas caretas y se producía un diálogo:
¿A qué no me conoces? a lo que le contestaban, mascarita ¿quién te conoce?
Como anécdota de este tiempo:  al  Barrio Alto (actual calle Álvarez Quintero)  se le llamaba barrio de los lateros, ya que allí vivían lateros, estos  se vestían de carnaval, con máscaras;  cantaban , acompañados de una  zambomba y  las muchachas bailaban, una de las que recuerdan que bailaba se llamaba Pilar y era hija de Cruz.
Entrados ya los años cuarenta, ante la misma  pregunta qué si se disfrazaban,  la expresión que nos dicen: ¡qué va, si no nos dejaban! Incluso nos narran también la anécdota, de que un hombre(el marido de Carmen “el loro”) se disfrazó de mujer  y llegó a la taberna de Juanito Isabel, al momento uno de los Guardias  Civiles del pueblo le dio 10 minutos para que se quitara esas ropas.
De estos primeros carnavales que aún quedan en la memoria de algunos loreños, podemos decir que en Lora se ha mantenido la celebración de esta fiesta como “ir de Carnaval” , refiriéndose a pasar el domingo anterior al Miércoles de Ceniza, en el campo comiendo y bebiendo con los amigos.

En cuanto a la visión del Carnaval como una fiesta de disfraces es relativamente nueva. Hay un precedente en 1982 y sería en el Lores Park donde tuvo lugar, como lo demuestran algunas fotografías de nuestro archivo. No será ya hasta los años 90 cuando toma las características que hasta hoy en día tenemos: organización por parte del AMPA del Colegio, con la planificación, confección de los disfraces, para posteriormente hacer un pasacalles y una fiesta en el salón del ayuntamiento.

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